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viernes, 25 de junio de 2010

Vampiros y Licantropos


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...Vampiro y Licantropos...

Por: Daike Rucker

Tiempo atrás, cuando las criaturas aún vivían en armonía, existió un hombre con poderes increíbles. El destino había jugado con los genes y las personas, uniendo y separando, con el fin de que en este hombre, los poderes se manifestasen de una forma ni siquiera imaginada. Dicen, que él fue el padre de dos razas que moldearían fuertemente el futuro de su mundo.

Este hombre, tenía de madre un espíritu errante. El dolor de la separación y la agonía de seguir en el mundo sin estar viva, la habían llevado a cometer actos atroces. En su corazón había crecido el desprecio y el odio hacia toda criatura viviente, y pronto había comenzado a dominar los animales, entrando en ellos, obligándolos a acometer barbaridades. Ella, buscó como compañero un arcángel. Él, había sido desterrado hace ya tiempo de la gracia de Dios, y encontró en lo obscuro su verdadera pasión. Al encontrarse ambos, fantasearon con crear una raza poderosa, capaz de imponer su fuerza por sobre las demás razas y que, de esta forma, se vengasen de los vivos. Para esto, unieron sus poderes y, mediante magia negra, ella tomó la forma de un lobo y engendró en su vientre una criatura. Esta criatura, fue nuestro hombre.

Dicen que cada ser, al nacer, es tan puro como la naturaleza. Dicen, sin embargo, que poco le duró la inocencia al hombre, ya que la loba murió en el parto, y la espíritu errante, al verse despojada del cuerpo que le proporcionaba algo de paz, cayó presa de la furia y destripó al arcángel, que en ese desafortunado momento quería visitar a su hijo. La sangre y las entrañas cubrieron al recién nacido, quien por la impresión abrió la boca para gritar y únicamente logró tragar la sangre de su padre. Así, la maldad del arcángel se mezcló con la sangre del niño, que en un ataque que pretendía liberarlo, se transformó por medio de un doloroso proceso en un lobo.

La espectro huyó, ya que vio en su hijo una criatura más poderosa de lo que había imaginado, una que podría destruirla sin problemas. Así fue, como la criatura creada creció sin padres, obligado desde temprana edad a valerse por si mismo. En sus ansias de hambre, descubrió que su forma de lobo no era detectada por otros animales, y que la sangre de estos lo mantenía fuerte.

Creció y creció, y cuando llegó a hombre adulto, ya había perfeccionado y aprendido sobre sus poderes. Supo que la luna tenía poder sobre él, y que el día lo debilitaba de sobremanera. Supo que podía dominar a cualquier criatura con la mirada, inspirando terror con el mínimo gesto u ordenar por sobre cualquier voluntad. También, descubrió que la sangre era, de hecho, el único alimento que soportaba, que la de seres parecidos a él -con forma humanoide- era mejor que la sangre animal, y que le confería grandes sumas de poder al ser el elixir de la vida.

Con el tiempo, su soledad creció. Su nombre, ahora olvidado, creaba tal pavor que al poco tiempo hubo de esforzarse por conseguir nuevas víctimas, ya que su paso estaba marcado por el abandono del hogar de miles de criaturas de todas las especies. Los rumores corrían por todos lados, siendo cada uno más increíble que el otro. Se decía que mataba con una mirada, que podía esclavizar la voluntad y que se alimentaba del alma de todo ser vivo, que si te encontraba quedabas condenado a vagar eternamente, obedeciéndole, que comandaba un ejército de criaturas malévolas y que se volvía sombra para atacar sin ser visto.

La verdad de él, nadie la supo jamás, ya que nadie lo veía y salía con vida para contarlo. Y él, en medio de su odio por si mismo y por el resto, volvía cada vez más feroces sus ataques, matando sin piedad de las formas más horrendas. Y entre todas estas masacres, surgió de pronto una criatura que lo buscó.

Ella, era un hada de la tierra, corrompida cómo las había pocas (en especial de este elemento). Se dice que ella fue de las primeras en su especie en utilizar su magia para fines malévolos, experimentando con animales y plantas, traicionando sus principios y su raza. Se dice también, que ella vivía en las cuevas, y que en las profundidades de estas había encontrado profundas grietas que llevaban hasta el mismísimo infierno. Hay quien dice que ella fue Lillith, la primera mujer, desterrada del Paraíso por exigir igualdad. Hay quien dice que esta historia es, en cambio, una farsa para explicar su odio hacia Dios y su afición por el Diablo. Hay otros que aseguran que, dada su naturaleza, era imposible que hubiese sido realmente la primera mujer, ya que provenía del Exilio.

¿La verdad? Pues es más que probable que todas las historias tengan algo de cierto. Que odiaba todo lo divino y reverenciaba lo obscuro y corrompido, totalmente cierto. Que fue ultrajada y humillada, desterrada de algún magnífico lugar, destinada a soportar eterna vergüenza, también está en lo correcto. Que la venganza se le presentó como una jugosa oportunidad, y que esta se le presentó en la maldad, es probablemente la parte más verídica de toda su historia.

Pero todo esto poco importa, pues lo único de importancia era que vio en este hombre a su pareja ideal. Un sanguinario y malévolo personaje, que al igual que ella -o por lo menos eso dicen- bebía la sangre de sus víctimas y poseía poderes sobrenaturales incluso entre los seres de fantasía. El único hombre que podría ser capaz de doblegar su rebelde espíritu, de apagar en ella la llama de desprecio hacia si misma, aquel que podría ver en ella su igual, el ser con el que podría atravesar la eternidad entre pecados, lujurias y violentas dominaciones. Por que supo que su alma, solo podría convivir con otra semejante, una con la cual competir, con la cual dañar y dañarse, con la cual materializar su venganza y a la vez vivirla en carne propia.

Y tal cómo ella lo predijo, cuando él la vio reconoció en ella la compañera con la cual atravesar la eternidad, la compañera que le proporcionaría los desafíos y retos que ningún otro mortal le ofrecía, y por sobre todo, alguien en quien sentirse conformado en cierta medida al comprobar que no era el único maldito.

Durante varios años la paz volvió a reinar, puesto que ambos ya no se interesaban en el pavor que podían generar, sino que en como hacer sufrir al otro y sentir el dolor que un igual era capaz de provocar.

Sin embargo, pronto en ambos corazones nació el deseo de dejar una descendencia igual o más feroz que la propia. Odiaban lo que eran, y en cada segundo trataban de hacerse daño para desahogarse, pero el amor por la raza propia era tal que pronto ni siquiera la compasión por las torturas que sus hijos podrían soportar les impidió que tomasen aquella firme resolución. Y en una noche sin luna, en medio del frenesí y a lujuria, ella quedó preñada del que había sido su único igual.

Durante varios años cargó con la carga, y en varias ocasiones estuvo a punto de perderla. Mas, cuando ya se cumplía el noveno año, una noche en que él salió a cazar por ambos, ella dio a luz entre las tinieblas de aquella noche de invierno. Y cual no sería la sorpresa del padre al regresar y encontrarse de que habían dos criaturas, de un tamaño bastante más grande que el de un nacido común, esperándolo a la entrada de la cueva. La madre alimentaba orgullosamente a sus criaturas, dándoles sangre de sus pechos en vez de leche.

Rápidamente, ambos muchachos -pues habían sido dos varones- crecieron y aprendieron las satisfacciones de la caza, de la piel desgarrándose, la sangre fluyendo y los músculos destrozándose entre sus dientes. Pocos años les tomó aprender las artes que habían heredado de su madre y su padre, y también pocos años les llevó el que naciese entre ellos una gran enemistad.

Sus nombres han quedado olvidados con el tiempo, y solo se les recuerda ya por las habilidades que desarrollaron cada uno. El primero de ellos -realmente no el mayor, pues ambos nacieron al mismo tiempo desgarrando a la madre quien se salvó solo por sus brujerías- encontró la satisfacción en la sangre de sus víctimas, y pronto comenzó a dejar de lado el resto del cuerpo. El segundo, en cambio, se interesó por la carne, que era más nutritiva según él y que proporcionaba mayor placer al desgarrar. Y al contrario de lo que se pensaría -de que ambos se complementaban-, se volvieron sumamente reacios a compartir sus presas.

Además, ocurría un hecho algo particular cuando cualquiera de los dos atacaba, y era el hecho de que la víctima en cuestión no solía morir, sino que permanecía en el limbo de los vivos y los muertos, perdiendo su voluntad y siguiendo a su atacante. Estos nuevos muertos vivientes adquirían algunas de las características de los hermanos, y los más poderosos se decía que aspiraban a lograr la conversión a animales. No había ninguna criatura que se salvase, y ya sea un gigante o un espíritu, perdían todo poder y característica para tomar la forma humana de esta nueva raza.

Cuando ambos hermanos llegaron a la edad madura, sucedió que un día se pusieron a discutir. La disputa pasó a amenazas y ya estaban ambos por atacarse cuando intervino su padre y su madre. La adrenalina -y quizá algo de conveniencia personal- terminó por controlarlos, y antes de que nadie pudiese hacer nada ambos padres estaban muertos en el suelo. Hechándose la culpa el uno al otro, los hermanos se separaron para siempre, llevándose a sus seguidores, instruyéndolos y alejándose cada vez más el uno del otro.

Muchos poderes perdieron con el tiempo al alimentarse de seres inferiores, y poco a poco cada uno tomó su rumbo, cambiando.

El primero aprendió a transportarse en los rayos de luna, mientras que el segundo descubrió facilidad por transformarse en noches de luna llena, limitándose sin darse cuenta hasta ya no serle posible cambiar a su forma animal sin la influencia del astro. El primero aprendió las artes de convertirse en murciélago y otros animales nocturnos, además del lobo heredado de su padre, mientras que el segundo fue sedentarizándose cada vez más en el animal adquirido genéticamente, rechazando gradualmente su influencia en los demás.

Así, poco a poco cada hermano acuñó su propio nombre, el nombre de su raza. A uno, lo llamaron Vampiro. Al otro, Licantropo u Hombre-Lobo.