Expressa-Arte

miércoles, 23 de junio de 2010

Macumba

Macumba

Anonimo

Cuando el infierno este lleno, los muertos caminaran sobre la tierra”


Las masacres de la antigüedad, la inquisición y la casería de brujas, la conquista de América, la revolución francesa, las guerras mundiales, Hiroshima y Nagasaki, el Vietnam y el Pacifico, las dictaduras, decenas de millones de muertos, centenas incluso. El infierno era un lugar gigantesco pero lenta e inexorablemente se estaba llenando. Tardamos algo mas de 5000 años pero finalmente estábamos haciendo colapsar al infierno.

En el año 1999 un fabricante de armas biológicas avaricioso creo un virus poderosísimo que atacaba el sistema nervioso. Intento venderlo en Rusia pero lo tildaron de loco, por lo que fue a USA, pero en la aduana descubrieron el contenido de su maleta, por lo que salio corriendo, y en la carrera, soltó el maletín, el cual se abrió soltando su diabólico contenido. Este se esparció veloz y mortalmente por el aire, infectando a los que subían a los aviones y a los que entraban o salían del aeropuerto, condenando millones de personas a una muerte horripilante e inevitable. El fabricante fue abatido a tiros y junto con ello desaparecía la única persona que sabía fabricar una cura.

El virus tardaba 5 días en matarte. Durante los primeros tres, te costaba tener control de tu cuerpo y experimentabas fuertes dolores musculares, pero a las setenta y dos horas experimentabas un colapso y tenias fiebres altísimas y fuertes convulsiones. Cuarenta y ocho horas después, morías de fiebre y agotamiento.

Durante la primera semana, el virus se expandió por USA, México y gran parte de Europa. Mató a dos tercios de USA, y del otro tercio dos tercios estaban enfermos. Había erradicado al 90% de sobrevivientes de USA y México y en Europa se estaban experimentando los primeros síntomas. Los sobrevivientes de USA y México se habían escapado de la enfermedad por que estaban en pueblos alejados de la sociedad, y al saber del virus cerraron sus pueblos y evitaron que la gente se metiese en ellos.

Durante el mes siguiente el virus se expandió por el resto del mundo, terminando por matar al 90% de la humanidad. Solo sobrevivió la gente de los pequeños poblados que se habían atrincherado y Madagascar, que había destruido sus aeropuertos y había puesto vigilancia en los puertos.

Esta masacre y pecado supremo de la avaricia que en conjunto con una desgraciada circunstancia, había provocado un exterminio casi total de la humanidad, provocó que el infierno colapsara. Finalmente el temido día profetizado por los hechiceros vudú de Haití había llegado: el Macumba.

Hubo un eclipse total de sol, y por una hora se pudo apreciar la corona solar en Madagascar. Los pájaros de todo el mundo enloquecieron todos a la vez y volaron trinando produciendo un ruido aterrador que se escuchó pro toda la tierra, hubo numerosos terremotos y en muchas partes se abrieron brechas infinitas hacia abajo. Llovió fuertemente durante siete días y siete noches con truenos y relámpagos.

Durante todo este cataclismo murió gran parte de los poblados que se habían salvado, Madagascar logró permanecer sin grandes bajas, pero la totalidad de sus plantas eléctricas resultaron destruidas. Con todo esto, finalmente solo quedaba un 6% de la humanidad.

Cuando la mañana abría, después de la tormenta en Madagascar, y los primeros rayos del sol asolaban la tierra, los putrefactos y húmedos cuerpos que yacían a lo largo de todo el mundo comenzaron a levantarse. Sus sistemas nerviosos, atacados por una mutación de la enfermedad que los había matado, se levantaban de nuevo, modificados y mutados, ahora ajenos al frío y al calor, a la pena y la alegría, al dolor y al sufrimiento, a todas las sensaciones salvo el hambre, y quizá, en lo más profundo de sus putrefactos cerebros... ira. Ira hacia todos los vivos que se habían salvado de una muerte absurda e injusta. Se habían convertido en unos muertos vivientes asquerosos y virulentos, con ansias de sangre y carne. En Madagascar, los muertos por las tormentas e incidentes comunes también se levantaron, sin causa aparente, en esta forma de muertos vivientes. Atacaron a los vivos, y estos al poco tiempo de ser mordidos se convertían en lo que quizá podríamos denominar “Zombies”.

Hubo una horripilante masacre en Madagascar y los pueblitos que quedaban (que solo eran diez: tres en USA, dos en Francia, uno en Suecia, dos en alguna parte de Sudamérica, uno en el congo y uno en india). Varios grupos de sobrevivientes se escaparon en tres cargueros. En uno de ellos, había gente infectada, por lo que la espora zombie se expandió y atacó y mató a la tripulación de ese barco, y un repentino remolino de agua hundió el segundo barco. Pero el tercero, iluminado quizá por una divina providencia, logró llegar a Durbán, un puerto maltrecho.

Había un calor asfixiante, pero eso era irrelevante en comparación a las penurias sufridas. Dejaron el barco a cincuenta metros de la playa y se envió una partida de ocho personas para explorar. Estos, bajaron armados de fusibles y escopetas.

Una masa de muertos andantes surgió del mar y de entremedio de las casas, rodeando a las personas. Tres de ellas perdieron la razón y dispararon hasta vaciar los cargadores, para luego tirarse hacia el enorme ejército de muertos para ser devorados casi instantáneamente Los restantes, se escondieron en un pequeño almacén, y acto seguido cerraron las entradas, subieron al techo y buscaron con la mirada el barco, pero este al ver a la masa de muertos vivientes había decidido irse. Mirar el amanecer que salía por el oriente fue lo último que vieron, antes de oír como se rompía la puerta, y escuchar el gemido de los cientos de zombies que se aproximaban a devorarlos. Sacaron el seguro de sus armas y completamente purificados se dispusieron a esperar el desenlace...

“Año nuevo. Pasamos al nuevo milenio. No queda nadie para constatar el hecho. Y menos aún para alegrarse de haberlo vivido. Lo que ocurrió tal vez fue para mejor. La humanidad es como una sabandija. Consume y consume sin nunca saciarse. Engorda sin importar las consecuencias. Y cuando alguien intenta razonar, se le tilda de loco y se le encierra. Nuestra propia avidez hará que nos terminemos por devorar entre nosotros. Y el último que quedara se devoraría a si mismo por puro instinto. No somos muy diferentes a las criaturas que nos llevaron a nuestro fin. Creo que en el fondo, éramos nosotros, pero liberados de toda máscara e influencia externa. La base núcleo central de lo que somos. Esto iba a pasar tarde o temprano."
Palabras escritas por un moribundo, quizá el último habitante de la Tierra, antes de meterse una pistola en la boca y apretar el gatillo

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